Todos domingos se va a la ignesia,
Delante de la puerta él se sienta,
Un ramo de flores él lleva,
Un perro callero siempre lo espera.
Cuando el sacerdote acaba la misa
La gente
que sale monedas le tira
De vergüenza agacha la cabeza
Ninguno imagina lo que es su pena.
Gota de sangre yo lloré
De ver que era mi padre.
Gota de sangre yo lloré
De ver que era mi padre.
Coge su abrigo y sus monedas,
El ramo de flores que siempre lleva,
En el cementerio él se ampara,
Delante de una tumba él se recuerda.
Una lágrima le caía
De recordarse cuando la tenía,
Mira, sí la quería,
Que de noble y de rico pobre se quedó.